jueves, 17 de diciembre de 2015

Marilú Sánchez Martínez

Noche lluviosa



Acordamos encontrarnos a las nueve de la noche y ya pasaron diez minutos. Yo llegué puntual a esta esquina, aunque ya antes de salir de casa sospechaba  que él se retrasaría. Después dice que soy impaciente pero lo hace una y otra vez. Reconozco que tiene imaginación, siempre usa una excusa distinta. Ahora llueve más fuerte ¡qué fastidio! Por suerte dejé las plantas en el balcón, hace dos o tres días que no las riego. Es un descuido de mi parte, pero yo le digo que no me regale plantas. No importa, siempre aparece con una. No me extrañaría que llegara ahora con alguna ramita rara clavada en la tierra y rodeada de piedras de colores, como las que tiene mi vecina, Matilde, en esa caja de vidrio. Dice que está relacionado con la energía del ambiente o algo parecido. No me interesan esas cosas. Lo que sí me importa es que ya pasaron quince minutos y no llega. Nunca tuve paciencia, para mí esperar es como tener una piedra en el zapato. No de las piedritas de colores de Matilde sino una bien dura, afilada, que se me clava en la planta del pie. Para colmo, se me ocurrió ponerme estos zapatos con taco; los uso en ocasiones especiales, como ésta. Pero sin lluvia. Tendría que haberme puesto las botas. Y pantalón y campera. Hasta el peinado se me está desarmando. Me gusta arreglarme para estos momentos, aunque nadie me vea. No podemos ir a un lugar público. Por eso no salimos mucho. Y por eso hoy es una ocasión especial. ¿Será también por eso que llueve? No importa el clima. Lo importante es que esta noche salimos. ¿Y si fuéramos a algún lugar con mucha gente? ¿Qué pasaría si encontrara algún conocido? Me presentaría… No, miraría al piso, como ese pibe que está cruzando la calle. ¡Pobre criatura! Con esta lluvia, arrastra el carrito de cartones mojados, con la espalda doblada como un viejo. Así van a quedar mis zapatos, como esos cartones empapados por la lluvia. Pero esta vez no lo perdono ¡media hora con esta tormenta es una desconsideración! Es demasiado, hasta para mí. Porque yo seré impaciente, es cierto, pero soy aguantadora. Como Matilde. Y como su caja de vidrio con piedritas de colores. Ambas aguantaron muchas caídas. Y yo voy a aguantar bajo la lluvia hasta que llegue para decirle todo lo que pienso.

¿Y esas burbujas? ¡Lo que faltaba! Se tapó la alcantarilla. En la ciudad hay muchos lugares lindos para encontrarnos pero justo eligió una esquina con los sumideros obstruidos por la basura. Espero que no se inunde la calle. No quiero que, cuando llegue, me vea ahogada. O puede suceder algo peor: que la corriente me arrastre y me lleve por la ciudad hasta el mar. Sería de muy mal gusto que al llegar no me encuentre.




Marilú Sánchez Martínez nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1961.
Contadora Pública egresada de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, realizó postgrados en control y gestión de políticas públicas y en auditoría (en UBA, FLACSO, UCA).
Participó en la ciudad de Buenos Aires, con dibujos y pinturas, en distintas muestras colectivas entre los años 2005 y 2011.
Publicó SILENCIOS (poemas, 2007), IMÁGENES Y PALABRAS (relatos ilustrados, 2008) y LA NIÑA INVISIBLE (narrativa breve, 2010).



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